sábado, 29 de septiembre de 2012

Cuento 2

Cuento 2 Lluvia Lluvia, lluvia, ¿por qué caes así? Cuando tomé conciencia por primera vez de lo que era la lluvia, era apenas un infante. No comprendía en su totalidad el fenómeno y ni siquiera cuando crecí, su magia pudo ser entendida por mí. Una magia azul, húmeda, llena de vida. La lluvia cae y se expande por todas las calles. Las calles feas y sucias que en un instante recorren todos los ciclos de vida. Ciclos que van y vienen, han ocurrido sobre toda la Tierra y la lluvia ha estado siempre ahí. En tiempos remotos, las lluvias eran adoradas y vistas como un signo de vida. Ahora, la gente es indiferente y en ocasiones, hasta la odia. Yo soy un amante apasionado de la lluvia, podría contemplar y observar toda la llovizna por toda mi vida. Para mí, la lluvia es una experiencia completamente personal. Los átomos de humedad danzan suavemente y recorren toda la Tierra. Todos estamos hechos de lluvia, de lluvias que ya eran viejas cuando el mundo acababa de nacer. Todas las esencias, aromas y sabores provienen de la lluvia. Cuando el dueño de los perfumes desea un nuevo aroma sólo altera su concentración. La lluvia empieza a caer, las gotas van caminando y recorriendo su sendero cada vez más deprisa. Las plantas y animales cubren y mimetizan a la lluvia, es parte de ellos y ellos la aceptan como su Evangelio, ese Evangelio hermoso y lleno de humedad. La humedad recorre también a todas las formas celulares que toma la vida. Hongos, protozoarios, algas y bacterias se alimentan por igual de la lluvia, ¡qué gran resultado! Lluvia, recorre mi cuerpo. Por favor, alimenta mi alma, cúrala del olvido y de su fútil indiferencia. Lluvia, aliméntame con tu espíritu y a tu lado desafiaré a la eternidad. Esa eternidad que ha existido desde que el primer ser consciente asomó sus narices al ignoto mundo. Me conformo con saber que un día regresaré a ti. A La Madre Agua, que integra y crea todo lo que está, viene y será. “Las estrellas se asoman en la oscuridad infinita de la noche, mi recuerdo de ella es cada vez más difuso, las gotas de lluvia empiezan a caer sobre mi cuerpo, lo limpian, lo confortan, lo curan. El olvido trata de aparecer y el negro manto de la noche, cubre a esas nubes, nubes eternas y etéreas que estarán conmigo en cualquier momento y en cualquier lugar”.

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