sábado, 29 de septiembre de 2012

Cuento 2

Cuento 2 El mago de la tierra de Elion Calor y más calor. Así es la vida en este punto remoto de la galaxia. Las estrellas iluminan este planeta situado en el abrazo de la noche. Sol y sombra van a intervalos en este planeta selvático y lleno de vida. Los océanos vomitan peces de coloridos espectros y los tiburones se dan un festín de cuando en cuando con un esclavo. Es mediodía y nuestro personaje está por despertar. Es un mago, depósito de sabiduría y habilidad para comandar a las fuerzas de la naturaleza. Es un hombre joven, robusto, muy solitario y acompañado siempre de dos animales. Uno de ellos es un fiel dingo, que nunca ladra, sólo muerde y un gallo colorado. Lo que el mago practica es algo ancestral y lleno de sabiduría. En la puerta de su cabaña hay un letrero: “Quien entré aquí no saldrá, si el círculo se cierra”. Despierta de pronto de una dulce pesadilla en donde el planeta era barrido de la faz de su existencia por un cometa. Todo moría y él veía esparcirse de nuevo todo el carnaval de lo viviente. Cuando despertó, su gallo ya picoteaba algunos granos verdes y su fiel dingo comía una gruesa tuza. Se levantó y se vistió, decidió comprar bebida, en este caso, un poco de ese elíxir llamado pulque. Poco a poco, el pulque surtió su efecto en él. La lengua se le aflojó y de inmediato comenzó a repetir viejos conjuros. Ya era de tarde y después de quedar dormido en ese sueño que nosotros llamamos borrachera, empezó a sudar. Gotas de sudor frío caían por su frente y las imágenes de esa visión dantesca eran indescriptibles. Un planeta lleno de agua cristalina dominado y sojuzgado por una raza de primates sin pelo. Lo que más furia le causaba esa visión era el hecho del maltrato que sufrían las criaturas vivientes de ese lugar. Todo aquello que volaba, nadaba y caminaba moría en manos de sus perseguidores. El mago despertó y decidió poner fin a sus dudas. Elion era un país tranquilo donde la autoridad gobernaba con orden y progreso. Los talentos de cada individuo eran aprovechados a su totalidad y funcionaban como una colectividad. Un enorme potencial natural habitaba en cada región de ese planeta cuyos días y noches duraban 13 horas. Aquellos que repelían el orden establecido eran abandonados en abismos y ahí encontraban como castigo a la muerte. Su sufrimiento acababa así con una vida enquistada en odio a la propia vida. En Elion el único valor era la vida en todas sus manifestaciones. Nuestro mago decide probar si lo que soñó tiene un contraste real. Un presentimiento le dice que en otra estrella hay partes de la naturaleza que sufren. Decide que es hora de hacer un experimento. Comienza con sus conjuros y cuando la luna está alineada en un eclipse desaparece de Elion. Cuando despierta de un sueño pesado se encuentra a las orillas de una ciudad cercada por una valla y enclavada en el desierto. Un desierto amplio, espacioso y muy árido. Ahí habita tres meses y decide abandonar el desierto y conducirse hacia la ciudad. Esa ciudad tiene un nombre muy curioso, Hermosillo y tiempo después nuestro mago, se entera que ha viajado años luz a otro punto de la galaxia llamado Tierra y a un país al que le dicen México. Su habilidad le permite aprender el idioma y los dialectos de la zona. Pronto encuentra trabajo en una cantina como ayudante de cantinero y decide esperar. Es una cantina infernal con licor corriendo por las venas de los asistentes y mujerzuelas bailando frenéticamente. El sonríe y piensa que lo que ve es nulo a comparación de las fiestas en el palacio de Elion. Una de esas noches conoce a una muchacha llamada Laura. Ella lo ve con ojos negros y penetrantes como percibiendo que es un forastero. Charla con él y trata de conquistarlo; el mago, al principio reacio, va cediendo hasta que el amor de ella cura sus heridas. De pronto, han pasado dos meses en la madre Tierra y ella le pregunta él porque no vivir juntos. El se sonríe y sólo acierta a pronunciar un escueto sí. El mago se hace llamar Carlos y cuando platica con su futuro suegro le hace ver que su hija no correrá ningún peligro a su lado. Después de seis meses, en una casa elegante hay fiesta. Toda la parentela de la novia ve a Carlos como tratando de descubrir su misterio. No lo logran y se casan y abandonan la ciudad en búsqueda de felicidad. El espíritu del mar une ambos corazones y mientras la brisa de la costa golpea el asfalto, ella y el se sonríen y un delfín azul canta y así en otro punto del Universo empieza a girar de nuevo la rueda que el hombre llama amor. Sin embargo, nuestro mago no está del todo contento. Ha logrado conquistar a una terrestre, pero su misión primordial ha fracasado, ¿cómo salvar la vida de las plantas, algas, bacterias, hongos y animales, sin causar sospecha en su esposa? Una idea muy nueva viene en auxilio de nuestro personaje, utilizar las supercomputadoras que son capaces de realizar procesamiento digital y simulación. Así, podría hacer un inventario. Sí, un inventario, pero existen cientos de miles de especies, y un cálculo conservador, le dice a nuestro mago que salvar a todas, sería una labor titánica. La única forma, es robar una terminal e introducirse en las bases de datos. Pero ¿quién es él para robar los secretos del gran DIOS biológico? La ignorancia de los humanos en cuestiones del origen de la vida no es tan oscura, pero si ellos conocieran el hecho de que en Elion, se han fabricado y sintetizado millones de especies a partir de células y microtubulos cerebrales, sin duda, sería el ser más odiado en el tercer planeta de esa galaxia llamada Vía Láctea. Finalmente, un buen día abandona a su esposa. Le duele tomar esa decisión; aunque algo en el fondo de su buen corazón interestelar, le dice que es más importante conocer el quehacer biológico real y no ir detrás de una cara bonita. En fin, las terrestres son fáciles de conquistar y él podría casarse con cualquiera y a la vez con ninguna. Ese desprecio a la mujer interestelar no es nuevo, y es un hecho que nos encontramos ante alguien casado con las manifestaciones vitales. Su vida sentimental es poca cosa, a lado de la OBLIGACIÓN de salvar lo poco que queda de vida. Esa obligación no lo constriñe es más, lo motiva a seguir adelante. De repente, nuestro personaje con bucólica melancolía le da una última mirada a todo y hacer el último sacrificio de su vida. Inmolarse y con su energía darle una buena sacudida al planeta terrestre. Con calma, explota y sus semillas de creación y destrucción van eliminando a todos los humanos. A lo lejos, un delfín sonríe y comprende todo…

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