sábado, 29 de septiembre de 2012

Cuento 6

Cuento 6 Caminata “Existe belleza y mucha, casi toda escondida y somos afortunados de ver una cuanta.” La tarde ha llegado por completo, la luz del día va cayendo y una brisa nostálgica cubre el cielo. El cielo azul asoma unos tintes color naranja. Yo estoy sentado y escucho una canción entonada por un saxofón. Un saxofón que invade y alimenta con sus delicadas notas el corazón. La tonada va y viene, y el mensaje de esa canción es el mismo: estar obsesionado por alguien no implica estar enamorado de esa persona. Esa idea nueva para mi me abre un nuevo horizonte. De hecho es la mejor idea que pude haber aprehendido. Una idea amplia, mayor y más profunda que cualquier ecuación diferencial o ácido nucleico. Ahora soy libre y salí de una prisión en la que nunca estuve. Tengo el valor de mirarla a la cara, a esos ojos negros y no inmutarme. Comprendo que mi pasión estaba mal enfocada y era un espejismo en la bruma. Ya puedo caminar ahora y recorrer con impunidad y sin hipocresía, alguna de las calles desiertas de la ciudad. Conocer el centro de esta ciudad si quiero, perderme en medio de sus callejones, atravesar los sótanos e incluso escabullirme con una mujerzuela. Las gotas de lluvia que habían lavado mi corazón lo han dejado como nuevo. Una ilusión diferente camina también en esas inmensas calles. Loa cruces que hay entre cada avenida, y los parques, refugios de vida silvestre, son arcos abiertos y muy espaciosos. Por cierto, caminar por la ciudad sin ese enorme equipaje que representa el amor no correspondido es un alivio total. Reiré más que antes, comeré más y me regocijaré de tener dos pulmones sanos con los que puedo cantar. Una canción muy desafinada, cubierta de un olor azul pálido pero auténtica. Sí, soy de nuevo libre. Caminaré y seguiré esos pasos que van formando ese áspero sendero llamado vida. A lo lejos veo un nuevo ferrocarril que sin dudar abordaré…

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