sábado, 29 de septiembre de 2012

Cuento 8

Cuento 8 Encuentros Es de mañana en la gris capital. El cielo es de un color azul profundo y el canto del gallo anuncia al lucero del alba. Nuestros personajes se llaman Darío y Griselda. Ambos se encontrarán de la forma más íntima y natural y esa experiencia hará girar sus días. Griselda es una mujer agradable con un buen cuerpo y llena de sentimientos de felicidad. Sus cabellos negros azabache contrastan con la ropa que se pone. Un contraste cálido e insinuante. Por su parte Darío, es joven y apuesto. En ocasiones ve al cielo buscando a Dios pero sólo halla el sonido de la ciudad. Vive la vida sin preocuparse por el futuro y sólo piensa en el presente. Ha luchado con ahínco para dejar el pasado atrás. Un buen día Darío se conecta a la red y por casualidad se encuentra un anuncio que le parece interesante. Lo lee, examina y decide escribirle a la interesada. Ahora es casi medianoche y Griselda lee con detenimiento cada correo electrónico. Hay demasiados y se toma su tiempo. Le llama la atención uno y es él de Daniel contesta su mensaje y se citan en una plaza pública. El día de la cita es casi fin de semana. Cuando se encuentran una chispa meramente sexual se enciende en ambos. Platican de informalidades y pasatiempos y después de un largo silencio, ella lo invita a un hotel. Griselda conduce el automóvil con seguridad y Darío la observa y piensa que con paciencia será un gran encuentro. Llegan a un hotel de mediana calidad y Griselda pide las llaves de su habitación, Darío la sigue con pasos seguros. Ya adentro, se besan y empiezan a desnudarse. Quedan frente a frente y se acuestan. Darío recorre con lengua cada centímetro de piel y hábilmente busca refugio en sus cálidos senos. Griselda está disfrutándolo de verdad y sus piernas empiezan a agitarse. Sopla poco a poco, esperando ser penetrada. Darío entra con sigilo y empieza así la danza de la vida. Ella lo abraza y lo llena de caricias. Así permanecen sesenta minutos y después de alcanzar el clímax descansan. Platican y charlan sobre la experiencia. Darío le da las gracias y Griselda le contesta que estuvo bien pero todavía le falta aprender más. El sonríe y abandona el hotel. Toma el camino de regreso a casa, satisfecho de su hazaña. Ahora piensa que el sexo es un gran laboratorio donde siempre habrá nuevos fenómenos por estudiar. Griselda se acuesta y duerme en la cama del hotel. Ella sueña con el mar y lo maravilloso que sería haberlo hecho todo a lado de la costa. Ahora sus vidas se han separado y Afrodita se sonríe y suelta una carcajada invisible.

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