sábado, 29 de septiembre de 2012

Cuento 9

Cuento 9 Tijuana 33 A Ella Cuando terminé mis estudios en la capital, comencé a buscar trabajo; sin embargo la recurrente crisis financiera y una voraz competencia me hicieron desistir. Fue así como decidí definitivamente abrirme camino en el norte de la gloriosa República Mexicana. Empaqué mis documentos oficiales y unos cuantos libros. El boleto de avión resultó estar muy económico y así un viernes abandoné la capital. Durante el viaje tomé una siesta y a mi lado estaba sentada una linda mujer con cuerpo de Venus y ojos color azabache. Cuando desperté, estábamos a punto de aterrizar y observé el mar azul extendiéndose por el horizonte. Aterrizamos no sin antes notar la presencia del Cerro Colorado y logramos acabar el viaje sin sobresaltos o turbulencias. Cuando llegué a recoger mis cosas en la banda giratoria del aeropuerto, la autoridad examinó lo que llevaba y me dejó ir. Salí del aeropuerto y tomé un taxi. En el camino, el chofer, un hombre de mediana edad y corpulento me atosigaba con preguntas. Yo sólo dije que era un humilde profesor con amor a la docencia y que buscaba un empleo. Después de pagarle, salí con mis dos maletas y me alojé en un hotel de la Zona Río. El hotel era de cuatro estrellas pero sin duda era un buen lugar. Tranquilo y sin sobresaltos reservé 3 días y 4 noches. Ya el siguiente lunes, tendría mi entrevista de trabajo. Durante el sábado y domingo, salí a comprar víveres y a buscar nuevos libros. Pagaba en pesos y a pesar de tener cientos de tentaciones pasando a mi lado, decidí esperar. Llego el lunes y me presenté en la escuela. Una escuela preparatoria federal llamada Lázaro Cárdenas. La directora me entrevistó y después de una amena charla y una serie de exámenes de habilidades, aceptó mi propuesta de trabajo. Muy contento abandoné el lugar y decidí divertirme. Conocí en el camino de regreso, a una linda mujer que trabajaba como contadora y después de platicar, empezamos a besarnos y acabamos en el hotel. Ella se fue por la mañana, dejándome su número de teléfono celular y sus datos. Le di un beso cálido y me despedí de ella con un fuerte abrazo. Mientras, empecé a investigar donde podría vivir provisionalmente, consulté unos cuantos lugares y renté un departamento sin lujos pero muy cómodo. Mi primer día en la escuela fue tranquilo, me presenté con mis futuros alumnos. Era un grupo amplio de 40 personas, 20 mujeres y 20 hombres. Todos me preguntaban acerca de mi pasado con mucha curiosidad y traté de no mentir. Luego de esto, les presenté el plan de trabajo y el modo en que se evaluaría el curso. Quedaron conformes y después de empezar a explicarles el concepto de función y límite de manera intuitiva, me retiré. Mis alumnos durante el año escolar fueron aprendiendo de sus errores y desarrollaron sus habilidades. En mi caso, las cosas marchaban bien e incluso conocí a una mujer joven, llena de belleza y sin pensarlo mucho nos casamos. La fiesta fue algo carnavalesco, los mariachis no dejaron de tocar toda la noche y finalmente mi esposa y yo nos fuimos de luna de miel a La Perla del Pacífico (Mazatlán). Ya instalados allá, corríamos en la playa, comíamos toda clase de pescados y mariscos, respirábamos un aire lleno de fuerza y espíritu tan claro como el agua y sobre todo nos entendíamos a la perfección en cada encuentro. Todo duró una semana y sería momento de integrarme de nuevo a la escuela. Mis alumnos todavía luchan por comprender el concepto de límite según Cauchy, sin embargo han progresado en otros aspectos como álgebra. Finalmente, descubrí el porqué Tijuana es el lugar más feliz de la tierra.

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